miércoles, 29 de febrero de 2012

El halo de un suspiro


Y continué avanzando. 
Salí corriendo, como si se me fuera la vida en ello. Sólo pensaba en alejarme lo máximo posible, 
en mover las piernas lo más que podía...no podía respirar. 
No me daba cuenta si el aire que respiraba entraba o salía de mis pulmones. Sólo corría...
La llovía había empapado mi pelo, casi no me permitía ver el camino; 
el agua corría por las calles...y mis zapatos chapoteaban en la acera.
Después de más de media hora corriendo sin parar, paré a reposar en una pared...respiraba tan agitadamente que creía que se me iba a salir el corazón. Sus latidos eran tan fuertes en mis sienes...
Pero la lluvia paró. El viento amainó. Una paz reinó en la calle. 
No había gente, ni coches, sólo las luces de las farolas y los semáforos parpadeando en ámbar...
Caí rendida al suelo, fui deslizándome por la pared, hasta tocar el suelo.
Miré al cielo, y una pluma se posó en mi cara.
Ya no sentía miedo.


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